1 sept 2008

La Nieve Negra


Una maestra mandó un día a sus alumnos que hicieran una composición plástica sobre la Navidad. No lo dijo asi, claro. Dijo, mas o menos, una frase como esta: “Haced un dibujo sobre la Navidad. Podeis usar lápices de colores, o acuarelas, o papel satinado, lo que prefiráis. Y me lo traéis el lunes. ” Que lo dijera asi o no, es igual, el caso es que los alumnos llevaron el trabajo. Aparecía allí todo cuanto suele aparecer en estos casos: el pesebre, los Reyes Magos, los pastores, San Jose, la Virgen y el Niño. Mal hechos, bien hechos, toscos o hábiles, los dibujos cayeron el lunes sobre la mesa de la maestra.

Alli mismo, ella los vió y los calificó. Iba marcando “bien”; “mal”, “suficiente”, en fin, el trance por el que todos hemos pasado. De repente, ¡ah, hay que tener mucho cuidado con los niños! La maestra coge un dibujo, un dibujo que no es ni mejor ni peor que los demas. Pero ella tiene los ojos clavados en el papel, y está desconcertada: el dibujo muestra el inevitable pesebre, la vaca y el burrito, y toda la demás figuración sobre el caso. Sobre esta escena sin misterio cae la nieve, y esa nieve es negra ¿Por qué?

“¿Por qué?”, pregunta la maestra en voz alta al niño. El chiquillo no responde. Mas nerviosa quizas de lo que aparenta, la maestra insiste. Hay en el aula crueles murmullos y sonrisas de rigor en estas situaciones. El niño está de pie, muy serio, algo tembloroso. Y, al fin responde: “Puse la nieve negra porque esta Navidad murió mi madre”.

Dentro de un mes llegaremos a la luna. Pero ¿cuándo y como llegaremos al espíritu de un niño que pinta la nieve negra porque murió su madre?